A los pies de la cama de hospital,
el, hacia testigo a sus ojos
de lo que estaba por venir,
sin ni si quiera apartarse de ella,
sin ni si quiera volver la cabeza.
estoy segura de que con ella
una parte de su alma abandonaba este mundo,
ella, que siempre sonreía,
ella, que aunque tuviera mucho por lo que llorar,
nunca lo hacia,
o por lo menos mis ojos nunca lo vieron,
el siempre le sacaba una carcajada,
pero esa noche,
esa noche ni eso pudo conseguir,
solo podía contemplar su rostro,
coger su mano,
escuchar su respirar,
que poco a poco se iba apagando.
Cuando la agonía termino,
llego la pena y la desolación,
cuando llegue, vi sus lagrimas caer,
inevitablemente, lloré,
por ella, mi querida tía,
por el, mi querido padre,
cuanto dolor escondían aquellas cuatro paredes.
Pasaron los días,
y sin que nos hubiera dado tiempo a reponer fuerzas,
otro golpe del destino,
recordé el dolor que pasamos,
hacia tan solo un mes,
si la memoria no me falla.
Llegue aquel pueblo,
las calles parecían llorar,
todo en silencio,
no recuerdo ver la luna en esa noche de sombras,
me acerque a ver su cara por ultima vez,
parecía dormida,
por un momento pensé que respiraba,
malas jugadas de la vista,
mire a mi alrededor,
y ahí estaba el,
con el mismo dolor en la mirada,
lo abrace, para que supiera que estaba ahí,
sentí el dolor que el mismo sentía,
lo veía acariciar el cristal,
como un intento de dar marcha atrás,
de que aquello fuera una simple pesadilla,
que aunque así era,
en esta ocasión no había despertar.
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